Hay que ser muy gilipollas para comparar a los activistas que
realizan escraches con los nazis.
Hay que ser muy poco original, también.
Hay que ser tremendamente cretino para comparar un escrache con la
kale borroka.
Hay que carecer del más mínimo escrúpulo moral para comparar
víctima con victimario sin que te tiemble al menos la voz.
Hay que ser profundamente tonto para creérselo.
Hay que ser muy olvidadizo para no recordar de dónde proviene el
partido que nos gobierna, ni el Rey que chupa de nuestros bolsillos,
ni el régimen en su conjunto.
Hay que ser muy mercenario para rasgarse las vestiduras en artículos
de opinión o tertulias televisivas ante el falso acoso a los
políticos mientras se es indiferente ante el hecho de que cientos de
personas son expulsadas brutalmente a diario de sus casas.
Hay que ser muy cínico para ponerse hiperdemocrático cuando es la
gente normal y corriente quien presiona a los políticos para que les
escuchen y mientras hacer mutis por el foro cuando es la oligarquía
económica quien lo hace.
Hay que ser muy sumiso y muy lameculos para recordar, tertulia tras
tertulia, el sufrimiento de los hijos de los políticos, quizás al
conocer que el pueblo odia a sus padres, y sin embargo no tener
siquiera en cuenta el de los hijos de los desahuciados, desahuciados
ellos mismos también, que tal vez tengan que dormir en la calle tras
haber sido arrastrados por la policía de sus casas.
Hay que ser muy mezquino y muy odioso para no ver mal que la gente
pierda sus casas a manos de los bancos mientras no sea uno mismo
quien se quede en la calle.
Hay que ser un poquito vegetal (una coliflor, un nabo) para que te
resulte indiferente.
Hay que ser muy borrego para no hacer nada si al menos no lo ves
bien.
Pero sobre todo hay que ser muy, pero que muy hijo de puta para
elaborar y aprobar, una tras otra y sin pestañear, leyes que
condenan premeditadamente a millones de personas a la miseria, que
establecen la servidumbre como condición para poder tener un puesto
de trabajo y extienden el miedo y la desesperación entre la mayoría
de la población.
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