miércoles, 6 de marzo de 2013

Hasta siempre, comandante


Esta mañana, antes de entrar en clase, un compañero ha dado con la clave de todo el embrollo en el que los medios de persuasión (como acertadamente los denomina Vicenç Navarro) llevan metiéndonos a los europeos en general, y a los españoles en especial, acerca de la revolución bolivariana: “un gobierno que es mal visto por los de fuera, pero bien visto por los de dentro, no puede ser malo”, ha afirmado, y lo ha contrapuesto con el nuestro, “que es bien visto por Europa, pero mal visto por nosotros”. Sorprende lo sencilla que puede ser a veces la verdad y, dado que es así, la derecha, en general, y sus cómplices, así como tontos útiles y meapilas “progres” varios, se han empeñado de mil maneras, hasta llegar al más puro barroquismo, en intentar ocultárnosla con una obstinación supina.
Sin embargo, si por un momento nos volviésemos un poquito modestos (si es que la depresión económica no nos ha bajado aún lo bastante los humos) podríamos advertir fácilmente que, mientras el viejo continente se hunde en el abismo, América Latina se torna efervescente y viva.
Hugo Chávez ha sido criticado por todo, y por casi todos. Que lo haga la derecha es normal: esta derecha cada vez más cavernícola que sufrimos. Que lo haga la supuesta izquierda, sin embargo, resulta repugnante. Conviene recordar al Gran Wyoming, por ejemplo, ya que tanto le gusta repetirlo, que cuando Chávez intentó su golpe de Estado lo hizo contra un gobierno que, tres años antes, tras el Caracazo, había ordenado asesinar a miles de venezolanos que protestaban contra un aumento de las tarifas del transporte. El principal responsable de esa matanza, por cierto, es amigo personal de Felipe González, y su partido fue miembro de la Internacional Socialista, ese nido de víboras del que formaron parte también hasta su derrocamiento demócratas de toda la vida como Ben Alí y Mubarak, y cuya presidencia ostenta actualmente otro fenómeno, el griego Papandreu.
Si uno se molesta en informarse más allá de la prensa española, podrá advertir que en Venezuela ha habido 17 procesos electorales desde que Chávez llegó al poder, entre referendos, presidenciales, legislativas y municipales. De todos ellos, Chávez perdió el referéndum de diciembre de 2007, y en vez de sacar los tanques a la calle, aceptó la derrota. Quien sí sacó los tanques a la calle, por cierto, fue la oposición, en abril de 2002, y en el breve reinado del golpista Pedro Carmona, presidente de la patronal, fue el único tiempo en que los derechos de los venezolanos fueron suspendidos. Aquí es, entonces, cuando alguno afirmará, como se ha hecho tantas veces, que “Hitler también llegó al poder por las urnas”. Ahora bien, si reducimos este argumento al absurdo, cualquiera que haya llegado al poder por medio de un sufragio universal podría ser de inmediato comparado con el tirano alemán, así que como argumento vale poco, aunque a los débiles mentales les sirva.
Algunos meapilas se quejaban de Chávez porque era ridículo y llevaban chándales absurdos, o por sus salidas de tono. A lo mejor prefieren a Obama, porque es guapo y habla bien, aunque su país esté al borde de la quiebra, y ahora, en vez de encarcelar a presuntos terroristas en el campo de concentración de Guantánamo, los elimine directamente con los drones, así como a centenares de inocentes, entre ellos niños.
Se quejaban también de su programa, “Aló presidente”, y lo consideraban “populista”. Eso en un país como el nuestro, en el que los políticos no salen ni a tiros a dar explicaciones a los ciudadanos de las barrabasadas a que nos someten, y mucho menos en directo ante millones de espectadores. Para los meapilas, dirigirse a su pueblo por televisión semanalmente en directo es “populista”. Para mí, es simple y llanamente transparencia.
Hay que decir que la pobreza ha descendido más de un 20% durante su mandato, y la pobreza extrema ha caído del 25% al 7%. El índice de desempleo en Venezuela es actualmente del 5,9%, es decir, inferior al de casi cualquier país de la Unión Europea, y casi 21 puntos menor al de nuestro país.
Y sin embargo, para la derecha y los medios de comunicación fue un “dictador”. Arguyen una supuesta persecución a la prensa, y sin embargo, en Venezuela más de tres cuartas partes de los medios son contrarios al gobierno. También un cierre del canal RCTV que no fue real, pues la cadena, que participó activamente en el golpe de Estado contra Chávez, siguió emitiendo libremente a través de internet. Dicen también que, con él, la sociedad ha estado polarizada, y a este respecto hay que comentar varias cosas:
- la primera, que, por definición, todas las sociedades históricas lo están. Existen en ellas dominantes y dominados, explotadores y explotados;
- es curioso que la derecha y los medios de comunicación sólo hablen de “polarización” cuando gobierna la izquierda (la de verdad). Habría que preguntarse si tal “polarización” no se debe en Venezuela a la hostilidad de la vieja oligarquía, que es incapaz de reconocer el resultado de las urnas una y otra vez, y se resiste a perder sus infames privilegios. Para ellos no habrá polarización más que cuando los pobres y la clase trabajadora se sometan y agachen la cabeza. Mientras éstos pretendan reivindicar su dignidad, para los medios de persuasión habrá “polarización”.
Si no fuésemos tan cínicos, ni estuviese tan agotada nuestra sociedad, podríamos advertir con envidia que lo que pasa en Venezuela no es que los venezolanos estén engañados por su gobierno, o los hayan manipulado. Lo que ocurre allí es que la política ha tomado el lugar de la economía para domesticarla a favor de la mayoría de la población. Allí existen gobernantes que, con sus defectos, trabajan por el bien del pueblo, y el pueblo se lo agradece. Aquí tenemos parlamentos que funcionan como consejos de administración de los bancos y las grandes empresas. Cuando los venezolanos lloran y se echan a la calle para despedir con orgullo al que ha sido su principal representante durante los últimos 14 años porque ellos así lo han decidido libremente, los miramos como si fueran marcianos. Sin embargo, los marcianos somos nosotros. Nosotros, que sólo sentimos el fervor patrio cuando nuestra selección nacional gana algún campeonato de fútbol, que cada vez estamos más embrutecidos y más pobres y más perdidos, que asistimos impotentes al hundimiento de nuestro continente mientras ellos crecen.
Chávez ha muerto, y como muchos ya han afirmado, nace la leyenda. ¿Se acordará alguien de Zapatero, Rajoy, Hollande, Merkel, Berlusconi, Monti, Papandreu, Passos Coelho, etc. cuando les llegue su hora?
No hace falta que respondan; era una pregunta retórica.

1 comentario:

  1. Sólo hay que ver como lo llora su gente, como han salido a la calle en masa en sus últimos momentos y a homenajearle una vez fallecido. Siempre va a haber parte de la población venezolana que esté contra el chavismo, los ricachones, empresarios o clases pudientes que sienten que han perdido parte de su fortuna para que los más pobres dejen de serlo tanto. Pero en todas partes hay inconscientes,sólo hay que ver el actual gobierno de España, con diarios escándalos de corrupción, 6 millones de parados, gente preparada con título universitario e idiomas sin trabajo, gente suicidándose por no poder pagar su casa... Y ellos mientras tanto riéndose de todos nosotros y haciéndonos la peineta. Este es el gobierno ejemplar y bien visto desde Europa. Ojala viniera un Chávez a acabar con toda esta panda de ladrones, a darnos esperanza. Seguramente el precio del abono de transporte volvería a bajar...

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