No todo fluye.
Tras tu pupila azul,
una sencillez cristalina
permanece pétrea.
Cuántos cadáveres por el suelo,
cuántos caballos cansados de relinchar
cuyos hocicos, como chinchetas,
se clavan en los pies.
Y sin embargo el fruto maduro
que cae del árbol,
sin embargo el jugo que se desparrama.
Es tan fácil hacerte feliz.
Tienes razón, al fin:
no todo fluye.
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