El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos.
La crisis económica devasta Europa, el mundo capitalista en su
conjunto se tambalea hacia el abismo, el islámico se debate entre la
libertad y el oscurantismo político y religioso en medio de luchas
sectarias milenarias, guerras de rapiña y regímenes
insoportablemente despóticos y nuestro país se hunde cada día más
en la podredumbre de la miseria, la explotación, la injusticia y la
corrupción.
Así que, ¿qué mejor momento para ponerse a escribir?
Las épocas de rupturas históricas, convulsiones sociales y
cataclismos han dado a la literatura sus momentos más brillantes:
Platón y Aristóteles vivieron el hundimiento de la democracia y la
libertad de Atenas, Agustín de Hipona, la caída del imperio romano,
el Siglo de Oro español, la decadencia del nuestro, y entre las dos
mayores atrocidades bélicas que ha conocido hasta ahora la
Humanidad, florecieron las vanguardias.
Entre tanto, en Suiza, ¿cuál
fue el resultado de quinientos años de paz, democracia y
prosperidad? El reloj de cuco.
Como decía William Blake:
algunos han nacido para el dulce placer,
algunos han nacido para la noche infinita.
Con la literatura pasa lo mismo: algunas obras se nutren de la luz y
la felicidad. No muchas, es cierto. Otras, la mayoría, se alimentan,
como los vampiros, de las miserias de los hombres.
Por desgracia, al escritor no le corresponde solamente ser cronista,
con mayor o menor fortuna, de su época. Le toca también vivirla.
Sufrirla.
Este blog nace de varias necesidades: la de intentar explicar el
mundo que rodea al autor y la de compartir, rebatir y debatir esa
explicación, y confrontarla con otras explicaciones.
Pero sobre todo nace del sufrimiento, la desolación, el vacío y,
por qué no, aunque tibia, la esperanza.
Que ustedes lo disfruten.
Y nosotros que lo veamos. Te seguiremos con atención.
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